¿Tienen sentimientos los árboles?

Hace un par de semanas me llegó un caso muy curioso. Un misterio de los misterios. Relacionado con los actuales estudios sobre el mundo vegetal.

En la localidad sevillana de Coria del Río. Existe una barriada que se caracteriza por tener cada una un naranjo en el patio de entradas de cada una de ellas. Los árboles estaban ahí desde antes que se hicieran las casas. Así que los vecinos cuando compraron las parcelas de tierras quisieron respetar aquella antigua huerta de naranjos he introducirlos en en las casas.

Estos árboles eran tan mayores que sus propias raíces llegaban al subsuelo de la ciudad alimentándose del agua de las tuberías que pasaban por esa calle. Los vecinos no tenían la preocupación de echarles agua.

Pero la cosa cambio cuando hace pocas semanas una de las vecinas de esa barriada falleció. Desde esa misma noche cuentan que el naranjo de enfrente de su casa empezó a arrugar las hojas. Y a los pocos días se empezó a secar. 

Llego a preocupar tanto a los vecinos que decidieron regar al árbol además de echarle un poco de abono. Pero no tuvieron resultado a dí de hoy ese naranjo para tristeza de muchos sigue secándose sin ninguna razón. Tal vez eche de menos a su amiga que se sentaba en las tarde primaverales y de verano en la sombra que el naranjo proporcionaba.

Si nos acogemos a la tradiciones de antiguas culturas como la celta, la escandinava o la griega nos hablan de las ninfas o hadas quienes vivían en los árboles además de otros muchos espíritus asociados a la naturaleza según otras tradiciones. 

Según algunas leyendas cuando un ser humano salva a un espíritu de la naturaleza este protegerá la casa donde habita esa persona hasta el último de sus días. Quedando obligado de marcharse del árbol al que fue destinado para que este muera.


   

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