EL Faraón Micerinos descansa en aguas españolas
*"El video ha desaparecido de youtube. Os dejo un articulo donde defienden lo mismo que en el video que puse en este blog de youtube.
El siguiente articulo no lo he escrito yo y mostraré la fuente y el autor de dicha información"
¿El sarcófago de Micerinos está hundido en algún lugar de la costa entre los cabos de Palos y Mazarrón? ¿Qué tiene de leyenda y qué de realidad? ¿Es posible recuperarlo? ¿Quién es ahora su legítimo propietario? La intención del Gobierno egipcio de buscar en aguas de Cartagena el sepulcro del faraón de la IV Dinastía ha devuelto a la actualidad la que sigue siendo una de las grandes prioridades de la arqueología subacuática nacional. Las respuestas a esas preguntas podrían llegar una década después del fracaso de la última empresa para hallar ese tesoro.
El Ministerio de Cultura apadrinó durante seis meses en 1997 una campaña de prospecciones a partir de informaciones militares sobre el posible lugar donde estaba el sarcófago. Pero aquel estudio se hizo con mucha voluntad y pocos medios: sólo encontraron bloques de piedra en el fondo del mar que en un principio creyeron que podrían pertenecer a un palacio o monumento oriental pero que resultaron ser derribos de la Cartagena de posguerra.
El origen de todos estos proyectos está en el hundimiento a principios del siglo XIX en aguas cartageneras del buque inglés Beatrice que transportaba el sarcófago de Micerinos desde Egipto hasta Londres. De aquel naufragio existe una referencia escrita del militar que mandaba la expedición, quien reflejó en un libro el hundimiento del navío frente a Cartagena. También hay otras referencias escritas sobre lo poco que costó alcanzar a nado la costa a los marinos que sobrevivieron, lo que daría una idea de la proximidad del pecio.
No obstante, existen otras hipótesis, como que aquel marino diera esa referencia para confundir a otros expoliadores y el tesoro egipcio duerma en el Cantábrico, en el estuario del Tajo o incluso en las costas italianas.
El Ministerio de Cultura apadrinó durante seis meses en 1997 una campaña de prospecciones a partir de informaciones militares sobre el posible lugar donde estaba el sarcófago. Pero aquel estudio se hizo con mucha voluntad y pocos medios: sólo encontraron bloques de piedra en el fondo del mar que en un principio creyeron que podrían pertenecer a un palacio o monumento oriental pero que resultaron ser derribos de la Cartagena de posguerra.
El origen de todos estos proyectos está en el hundimiento a principios del siglo XIX en aguas cartageneras del buque inglés Beatrice que transportaba el sarcófago de Micerinos desde Egipto hasta Londres. De aquel naufragio existe una referencia escrita del militar que mandaba la expedición, quien reflejó en un libro el hundimiento del navío frente a Cartagena. También hay otras referencias escritas sobre lo poco que costó alcanzar a nado la costa a los marinos que sobrevivieron, lo que daría una idea de la proximidad del pecio.
No obstante, existen otras hipótesis, como que aquel marino diera esa referencia para confundir a otros expoliadores y el tesoro egipcio duerma en el Cantábrico, en el estuario del Tajo o incluso en las costas italianas.
Entre quienes están convencidos de la autenticidad de la pista cartagenera destaca el reputado arqueólogo Iván Negueruela, ex director del Museo Nacional de Arqueología Marítima. Para él, el hallazgo podría ser una realidad en cuanto se hagan prospecciones con medios adecuados. «El sarcófago está en algún lugar de la costa entre Cabo de Palos y Mazarrón. Si lo buscan, lo encuentran», responde sin dudar.
El doctor Negueruela capitaneó el último estudio del Gobierno español con medios del Museo Nacional y la ayuda de la Armada: «Lo hicimos con una barca a punto de ser desguazada y con una linterna», dice con ironía para ilustrar la escasez de medios que emplearon hace diez años.
«Ahora, con los sistemas de teledetección que tienen todas estas empresas, como la del Odyssey, lo encuentran seguro. Sería cuestión de tres, cuatro o cinco semanas; pero lo encuentran fijo», dice Negueruela.
El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, pretende conseguir este nuevo objetivo con el apoyo de National Geographic, a quien sugeriría la contratación de Robert Ballar, el hombre que halló el Titanic en 1985.
El doctor Negueruela capitaneó el último estudio del Gobierno español con medios del Museo Nacional y la ayuda de la Armada: «Lo hicimos con una barca a punto de ser desguazada y con una linterna», dice con ironía para ilustrar la escasez de medios que emplearon hace diez años.
«Ahora, con los sistemas de teledetección que tienen todas estas empresas, como la del Odyssey, lo encuentran seguro. Sería cuestión de tres, cuatro o cinco semanas; pero lo encuentran fijo», dice Negueruela.
El secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, Zahi Hawass, pretende conseguir este nuevo objetivo con el apoyo de National Geographic, a quien sugeriría la contratación de Robert Ballar, el hombre que halló el Titanic en 1985.
Si Hawass invoca a la colaboración de grandes empresas de ciencia y aventura es porque se trata de un proyecto complicado y costoso. «Es técnicamente complejo, largo [de duración] y con unas probabilidades de éxito escasas», tercia Daniel Alonso, propietario de la empresa Arqueomar y uno de los arqueólogos subacuáticos más reconocidos de España.
Alonso reconoce su escaso conocimiento del caso, aunque cree que buscar el sarcófago de Micerinos en una amplia franja de litoral es tan complicado como domesticar sardinas. «Las técnicas de detección han mejorado. Pero, ¿realmente sabemos qué estamos buscando?», se pregunta. Este experto que conoce bien la costa cartagenera no obvia que la traza de un barco de madera se pierde en pocos años, sobre todo si se hundió en una zona de rompiente; también habrá sedimentos ocultando por completo el tesoro.
Alonso, acostumbrado a trabajar con ayuda tecnológica, cree que la complejidad de la búsqueda del sarcófago viene dada por las características del material del que está hecho. «Puedes ajustar los sistemas de detección para que te den registros similares a los que tú estás buscando -un objeto de piedra bajo los sedimentos-. Pero es que en una zona tan amplia te puede dar muchísimos registros, que después hay que comprobarlos. Yo no lo veo tan fácil. Y, además, hay que estar preparados para el fracaso».
Alonso reconoce su escaso conocimiento del caso, aunque cree que buscar el sarcófago de Micerinos en una amplia franja de litoral es tan complicado como domesticar sardinas. «Las técnicas de detección han mejorado. Pero, ¿realmente sabemos qué estamos buscando?», se pregunta. Este experto que conoce bien la costa cartagenera no obvia que la traza de un barco de madera se pierde en pocos años, sobre todo si se hundió en una zona de rompiente; también habrá sedimentos ocultando por completo el tesoro.
Alonso, acostumbrado a trabajar con ayuda tecnológica, cree que la complejidad de la búsqueda del sarcófago viene dada por las características del material del que está hecho. «Puedes ajustar los sistemas de detección para que te den registros similares a los que tú estás buscando -un objeto de piedra bajo los sedimentos-. Pero es que en una zona tan amplia te puede dar muchísimos registros, que después hay que comprobarlos. Yo no lo veo tan fácil. Y, además, hay que estar preparados para el fracaso».
G. MÁRMOL
fuente: http://www.laverdad.es/murcia/20080606/cultura/sarcofago-faraon-micerinos-esta-20080606.html
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